Crea prótesis para refugiados sirios con impresora 3D

Abdul Rahman es un ingeniero de la universidad de Alepo que dejó sus estudios cuando comenzó la terrible guerra que asola Siria a día de hoy. Ahora contempla desde su exilio la terrible historia de su pueblo. Desde su residencia, decidió aportar sus conocimientos para ayudar a aquellos que lo necesitaran. Su herramienta será una impresora 3D. Pero en esta increíble aventura no está solo, también le acompañan otros exiliados sirios.

Decidieron que querían aportar un pequeño grano de arena para aliviar el sufrimiento de sus compatriotas encerrados en campos de refugiados. Estos olvidados sobreviven sin que nadie les pueda o les quiera ayudar en esta vergonzosa guerra. La forma en que Abdul y sus compañeros quieren aportar humanidad a este conflicto, es creando prótesis de manos y brazos, ayudados por su pequeña fábrica 3D. Es un pequeño proyecto pero seguro que ayudará a aliviar el dolor de quienes padecen la guerra y las secuelas marcadas en sus cuerpos.

El nuevo hogar de Abdul se sitúa en una ciudad turca llamada Gaziantep, cerca de la frontera con Siria, en cuya universidad acabó sus estudios de Ingeniería Electrónica y Mecánica, y lugar donde se han exiliado cerca de 300.00 refugiados sirios.

El conflicto sirio es de unas dimensiones tan graves que se calcula que mas de 1 millón de personas han resultado heridas desde que comenzó el conflicto, y por desgracia la cifra parece que no tiene fin. De entre todos ellos, el 10 y 15% de estos casos han derivado en minusvalías permanentes o amputación de miembros.

Desde una pequeña oficina, Abdul explica su proyecto. Asegura que ellos manufacturan “prótesis de brazos y manos, para ayudar a personas que tienen necesidades especiales porque han sido amputadas desde el antebrazo, dedos, o la muñeca para que puedan sostener o agarrar cosas".

Sus prótesis, describe Abdul, “puede mejorar la condición psicológica de los heridos, especialmente los niños, ya que el uso del producto impreso en 3D nos permite controlar y gestionar el tamaño, colores, formas de elaboración”.

Ha establecido un precio asequible dentro del que se suele encontrarse en el mercado: “Es mucho más barata que las normales, ya que pueden costar un máximo de 300 dólares, mientras que el precio de las convencionales asciende a los 1.000”.

Debido a la situación actual de Siria, llegar hasta allí es poner en riesgo su vida, por lo que está en contacto con personal médico que subsiste en el enclave y que se encargan de informarle sobre los casos que requieren su ayuda y como hacer llegar las prótesis.​​

Uno de los médicos que se encuentran ayudando dentro de uno de los campos de refugiados es el doctor Yasser Darwish. Según la entrevista que le han realizado desde el periódico eldiario.es, expresa su apoyo al proyecto que sus compatriotas han puesto en marcha. “Creo que es realmente necesario, así como los programas de rehabilitación para las víctimas”.

Yasser Darwish explica en la entrevista concedida a eldiario.es que las condiciones en las que trabajan son lamentables “Antes de la guerra teníamos un buen nivel médico, pero después, y tras el asedio de las ciudades, hemos retrocedido 50 años en cuestión de equipos hospitalarios y en calidad”, y agrega que “Ya no hay máquinas para hacer resonancias magnéticas, tan sólo hay unos pocos médicos de especialidades importantes como neurología, los bancos de sangre son deficientes, los laboratorios son muy pobres…”.

Aunque el doctor Darwish confiesa sentir “una gran frustración al no poder hacer nada para proteger a los heridos“, él, Abdul y otros muchos sirios y sirias se esfuerzan cada día en tejer una red de apoyo y solidaridad mutua, que les permita resistir ante la barbarie.

Fuente: www.eldiario.es